El sol ya no brilla con la misma luz.
La vida ya no es tan suave.
El desencanto se ha instalado en mi alma.
Y con él, la tristeza y la desesperanza.
Me duele ver cómo todo cambia.
Cómo la ilusión se desvanece y huye.
Me duele ver cómo a mi alrededor.
La gente se vuelve insensible.
Sin corazón ni alma.
Pero…
¿Qué puedo hacer? ¿Qué puedo decir?
Es la vida y no hay vuelta atrás.
Debo aprender a vivir con el desencanto.
A encontrar la paz en la tristeza y el dolor.
Entonces me quedo aquí, sentada en la oscuridad.
Esperando que la luz vuelva a brillar.
Con el desencanto.
Mi único compañero.
Por: Inés Aldecoa
