En
el silencio de la noche, todo se oscurece,
ojos que no ven, corazón que no siente… pero no tanto.
Detrás de la sombra y el misterio,
se ocultan secretos y anhelos sinceros.
La
curiosidad nos consume con pasión,
queremos descubrir lo que está en la penumbra.
A veces es mejor cerrar los ojos,
y dejar que el destino nos sorprenda.
Los
ojos que no ven son como un velo,
protegiendo nuestras emociones del temor.
También pueden ser una prisión,
negando la oportunidad de una verdadera conexión.
Dejemos
los miedos atrás,
abramos los ojos al mundo.
Sólo al ver podremos comprender,
las maravillas que hay alrededor.
Ojos
que no ven, corazón abierto a sentir,
descubriendo nuevas formas de existir.
Con miradas claras y valientes,
gozaremos plenamente cada instante.
Por: Isabel Anardi