Los monstruos no son rescatados.
Nadie viene en su auxilio.
Los monstruos son perseguidos,
empalados o crucificados.
Los monstruos jamás celebran cumpleaños.
Nunca debieron haber nacido
y cuando los cazan,
no hay lápidas en sus muros;
ellos son enterrados en fosas comunes,
clandestinos.
Los monstruos son tan diferentes
que asustan al mundo.
Son tan distintos
a la gente, que no hay rincón
en esta esfera flotante
donde logren ocultarse.
Más gracias al egoísmo
los monstruos están escaseando,
casi extintos…
Mi padre, mi padre fue un monstruo
y yo monstruo he nacido.
Por más que trato y trato
no logro convertirme en humano.
Hoy encontré un monstruo anciano,
en un basural al Norte,
levantando despojos.
Lo estreché en un largo abrazo
y compartí algunos regalos.
Aunque ese gesto me hizo
más monstruo y me alejó de ser humano.
Por: Guillermo Saavedra