Entre luces y sombras de la noche,
se esconden
los duendes de la lujuria.
Desbordan pasión en su mirada
y la transmiten
con ardiente furia.
Su magia seductora no descansa,
incitando a perdernos
en el deseo.
Con susurros al oído, nuestra esperanza
se envuelve
entre risas repletas de anhelo.
Traviesos nos convencen dulcemente,
con palabras,
gestos e imposturas.
El fuego que arde en nuestros cuerpos,
se convierte
en un abrazo apasionado.
Manipulan las manos con caricias profundas,
nos embriagan y envuelven
sin ninguna piedad.
En las noches clandestinas sin medida,
somos cautivos
del éxtasis sin fin.
Los duendes del deseo encandilan
nuestras almas
hasta lo indecible.
En el precioso pecado desfilan uno a uno,
combinando mágicamente
el deleite y la pasión.
Por: Isabel Anardi
