Todos los días preparaba a los pequeños de la casa para que fueran a la escuela. Luego lavaba los platos, limpiaba la cocina y armaba todo para planchar: la tabla, la silla con la ropa y la radio; mientras planchaba, la cabeza volaba y en su imaginación entraba en la escuela, allá en la Línea Sur.
Lástima haber crecido. Lástima tener ya 9 años, le hubiera gustado terminar la primaria y -a lo mejor- hasta seguir el secundario en la Residencia.
Puros sueños, puro soñar.
Por: Liné Leticia Rodriguez