El “efecto elefante” tiene una relación directa con las leyes de Isaac Newton, en una colisión, la masa del ocupante no varía (obviamente siempre pesan lo mismo), por lo que decir que “en caso de colisión nuestro cuerpo pesa 20 veces más” es una simplificación para ayudarnos a entender las fuerzas que intervienen en un impacto. Si pudiéramos colocar una báscula debajo del ocupante durante toda la colisión que midiera únicamente su peso, veríamos cómo siempre pesa lo mismo. La explicación de todo esto se encuentra en las leyes del movimiento de Newton.
La primera ley de Newton, también conocida como ley de inercia, establece que “todo cuerpo permanecerá en su estado de reposo o movimiento rectilíneo uniforme a menos que sea obligado a cambiarlo por las fuerzas que actúan sobre él”.
Esta ley describe el concepto de inercia, que es la tendencia de un objeto a permanecer en su estado actual (ya sea en reposo o en movimiento rectilíneo uniforme) a menos que una fuerza externa actúe sobre él. En términos simples, un objeto estacionado tiende a permanecer estacionado, y un objeto en movimiento tiende a permanecer en movimiento a la misma velocidad y en la misma dirección, a menos que una fuerza externa cambie esto.

Ahora Imaginemos que tenemos una colisión a 50 km/h. El vehículo comenzará a desacelerar bruscamente, mientras que nuestro cuerpo seguirá avanzando a 50 km/h, y según Newton lo hará hasta que algo le obligue a cambiar de estado. Ese “algo” es el cinturón de seguridad, o el sistema de retención infantil en el caso de los niños. En este punto es cuando aplicamos la tercera ley del movimiento de Newton.
La tercera ley de Newton, también conocida como “ley de acción y reacción”, establece lo siguiente: “Si el cuerpo A ejerce una fuerza sobre un cuerpo B, entonces el cuerpo B ejerce una fuerza igual sobre el cuerpo A, pero en dirección opuesta”.
Para impedir que avancemos, el cinturón de seguridad o la sillita infantil, deben ejercer sobre nosotros una fuerza de la misma intensidad que la que nosotros ejercemos, pero ¿cuál es esa fuerza?
Una vez más Newton nos ayuda a “resolver” esta cuestión, a través de su segunda ley, que establece la relación entre fuerza y aceleración, donde la fuerza es el producto de la masa del cuerpo (del adulto o del niño) por la aceleración (o desaceleración) a la que está sometido. Ahora lo tenemos.
Al quedar nuestro cuerpo inmovilizado bruscamente por el cinturón de seguridad, experimenta un cambio de velocidad (una desaceleración). El producto de esta desaceleración por la masa del ocupante da como resultado la fuerza ejercida sobre el cinturón de seguridad, que a su vez se ejerce sobre nosotros. La fuerza no será constante, sino que variará según la intensidad de la desaceleración en la colisión.
Esta fuerza que se deriva del cinturón de seguridad que nos sujeta es lo que se llama “efecto elefante”. Se considera que la desaceleración en caso de accidente de tránsito es de entre 20 y 40 veces la fuerza de la gravedad, y como no hablamos de fuerza, sino de aceleración, ese es el factor por el que tenemos que multiplicar la masa.

¿QUÉ PASA CON LOS OBJETOS DENTRO DEL VEHÍCULO?
Cualquier objeto continuará moviéndose a la misma velocidad a la que se estaba moviendo, en nuestro ejemplo 50 km/h, hasta que encuentre algo o alguien que lo detenga. En ese momento la fuerza resultante será el producto de la masa del objeto (generalmente pequeña) por la desaceleración que experimenta, que en realidad será mucho mayor que la experimentada por el vehículo.
En resumen, decir que al impactar nos “convertimos” en elefantes es una simplificación de las leyes de Newton para ayudarnos a entender el efecto de una colisión sobre nuestro cuerpo. Además, hay que tener presente que este principio NO es igualmente aplicable a todos los ocupantes u objetos de un vehículo.

Este profesional es integrante de –CIFTT (Centro de Investigación Forense y Tecnología del Tránsito) – siendo mi intención a través de estos artículos, promover los comportamientos seguros en las calles y rutas de la provincia y la nación.