«Ángel de frontera»

Escrito por Jenny A.M. y pertenece al Taller de Creatividad Literaria. En homenaje a la memoria de Norberto Landeyro, quien fuera el conductor de este espacio.

Si tan solo los adultos escucharan mis pensamientos, mis recuerdos cuando quedo a oscuras y solo en mi habitación antes de dormir. Es cuando proceso la información del día.

De ese día en que tengo que ser bueno, educado, buen amigo, buen hijo y nieto, bañarme sin protestar, comer cosas verdes que no me gustan y amar a todos.

Si papá y mamá no se aman, cómo me pueden enseñar lo que es el amor…
La veo a ella enojada y a él ausente, pero ambos me dicen que me aman. Entonces, ¿el amor es enojo y ausencia?

Hoy me contó un compañero del jardín que sus padres ya no están juntos pero que él sí ve a su papá; va a su casa, al cine, a la plaza, y juegan a los videos. Además, cuando se cumple el plazo de amor paternal, su mamá lo espera en la puerta con una sonrisa y se despide de su ex amor.

Me parece que mi compañero procesará el concepto del amor sin tantas dudas y miedos como yo.

Durante el día no tengo tiempo de pensar, sí de sentir, de extrañar, de amar, de llamar en silencio, pero nadie escucha mi corazón.

Soy el número en un expediente, soy intereses, soy soberbia, soy lucha, soy un derecho prohibido, soy garantía de «cuentas a cobrar”. Soy tantas cosas para los adultos que se olvidan de que mi tiempo es tan finito como el de ellos, lo que hoy pierda nunca lo recuperaré, se olvidan de que soy solamente un niño.

Ojalá alguien viera mi bandera blanca.

La uso cuando me esfuerzo y me porto muy bien para ver a papá; quizá siendo obediente pueda verlo más. Pero a veces bajo mi bandera porque nadie la ve.

Solo ven mis pataletas, mis mañas, platos de comida tirados casi sin probarlos…
Hasta mis héroes de plástico, aunque eran mis favoritos, se volvieron aburridos y descartables. Pero la experiencia y el aprendizaje no terminan de llegar sin un camino recorrido. Las cicatrices son las marcas del guerrero y las canas, las neuronas del cerebro…

Por: Jenny A.M.

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