«Mustio y remolón»

Mustio y remolón me pongo a escribir aprovechando las brechas de la fiaca. Fiaca: mórbido desgano y parcial decaimiento de la vergüenza de soslayar reparos ante la inacción.

Me desperezo como un gato y aflojo todas las exigencias. En este momento me vuelvo cómodamente ajeno a los requerimientos y urgencias que se me proponen. El suspiro se convierte en el máximo esfuerzo.

No estoy comprometido entonces con ningún objetivo, no hay prisa ni plazo. La actividad no está sujeta a ningún rango ni estandar de ejecución. No hay ningún compromiso indispensable y reina una bien ganada pereza. ¿Qué es lo que podrá presentarse para estimularme a entrar en juego?

En este momento de retiro y clausura al aire libre, me torno completamente receptivo y mi alma se abre espaciosa como los cielos. Voy de pausa en pausa, hilando instantes, disfrutando de un bienvenido descanso desbordante de calma y libertad de espíritu.

Aprovecho para amigarme con mi existencia y no pienso en nada. Todo puede ser sin que yo me ocupe. No abrigo protestas ni anhelos. No pido nada, dejando que la pluma flote hilvanando palabras.

Lo que tengo a mi alcance me satisface y lo que está más allá de este tiempo puede esperar. Es un buen momento para conversar sobre las derivaciones impensadas de nuestros hechos y expresiones. De pronunciar una pregunta escondida.

Suave, todo se mueve suavemente, me desintereso. Aprovecho para contarte esto y busco que te hermanes en el descanso en un tiempo sin contratiempos. Bienvenidos sean los bostezos.

Por: Alberto Félix Suertegaray

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