Joseph Conrad nos legó una extensa y deslumbrante producción literaria en la que, en líneas generales, abordó el problema de la soledad del individuo abandonado en un mundo hostil y sometido a los inesperados golpes de la fortuna. Británico por adopción pero de origen ruso-polaco, está considerado como una de las figuras cumbres de la narrativa universal de finales del siglo XIX y comienzos del XX. Varias de sus obras fueron adaptadas al lenguaje cinematográfico, entre las que muy especialmente se destacó “El corazón de las tinieblas”, la más importante de todas, que aquí analizamos y que sirvió de base para el extraordinario filme “Apocalypsis now”, dirigido por Francis Ford Coppola, considerada por la crítica como la mejor película bélica de la historia.
El origen
Tal como sucede con muchas obras de la literatura mundial, “El corazón de las tinieblas” (The Heart of Darkness, publicado en 1899) está estrechamente relacionada con las experiencias personales del autor. En este caso, es más impresionista y opresiva que la representación realista de un hecho verdadero. La estatura literaria mundial de Joseph Conrad y, sobre todo, de esta pequeña obra maestra –es un cuento largo o una novela corta-, se basa, en definitiva, en el hecho de que el escritor exaltó al más alto voltaje sus impresiones personales del Congo Belga a fines del siglo XIX, en Africa, y las vertió magistralmente en una forma literaria.
Conrad, en realidad, trabajaba lenta y prolijamente. A pesar de ello, “El corazón…” fue producto de una especie de espasmo creativo en el lapso de ocho a diez semanas, entre diciembre de 1898 y enero de 1899. Nacido en Polonia, Joseph navegó de joven durante casi 20 años, al final como capitán al servicio de Inglaterra. Recién después se convirtió en escritor. Entre 1890 y 1891, trabajando para una compañía de origen belga, viajó al Congo, en una aventura similar a la del personaje de la novela, Charlie Marlow.
“El corazón de las tinieblas” (bajar libro gratis)
El viaje fue una experiencia traumática para Conrad: la malaria y la disentería –ambas severas- lo llevaron al borde de la muerte y arruinaron su salud para el resto de su vida.
Además, fue víctima de intrigas que pusieron en duda sus calificaciones profesionales. Finalmente, descubrió la verdadera naturaleza del colonialismo europeo y un continente –África- que no encajaba en los parámetros románticos de una época que se caracterizaba por los viajes y descubrimientos.


Su crítica al colonialismo ya había influido en trabajos anteriores, pero en “El corazón de las tinieblas” alcanza un apocalipsis de la existencia humana.
Viaje al abismo más profundo
El autor cuenta una historia dentro de otra historia. La novela comienza con un grupo de camaradas a bordo de un barco que flota en el río Támesis, en Londres, Inglaterra. Uno de ellos, Charlie Marlow, relata a sus compañeros de mar una experiencia que aconteció en otro río, muy lejano de allí: el Congo, en África. El relato de Marlow comienza en lo que él llama la “ciudad sepulcral”, en algún lugar de Europa (en realidad es Bruselas).
Allí, «la Compañía», una organización sin nombre que dirige una empresa colonial de origen belga, precisamente en el Congo, lo nombra capitán de un barco de vapor fluvial. Parte hacia África, optimista de lo que encontrará.


Pero sus expectativas se desvanecen rápidamente: desde el momento en que llega, se expone a la maldad del Imperialismo de la época, siendo testigo de la violencia que éste inflige sobre el pueblo africano que explota. A medida que avanza, comienza a escuchar hablar de un hombre llamado Kurtz, un agente colonial que supuestamente no tiene rival en su capacidad para obtener marfil y caucho del interior del territorio. Según los rumores, Kurtz se ha enfermado (y tal vez también se ha vuelto loco), lo que pone en peligro toda la aventura de la Compañía en el Congo.
Marlow recibe el mando de su vapor y una tripulación de europeos y africanos, a los últimos de los cuales Conrad estereotipa como «caníbales». A medida que se adentra más en la jungla, queda claro que su entorno lo está impactando psicológicamente: su viaje no es sólo hacia el “corazón de las tinieblas” geográfico, sino también hacia su propio interior, y quizás hacia el oscuro interior de la civilización occidental como tal.


Después de encontrar muchos obstáculos en el camino, el barco de vapor finalmente llega a Kurtz, que ha tomado el mando de una tribu de nativos que emplea para realizar incursiones en las regiones circundantes. El hombre está claramente enfermo, física y psicológicamente y Marlow tiene que amenazarlo para que los acompañe. Cuando el vapor regresa por donde vino, la tripulación dispara contra los indígenas que anteriormente estaban a las órdenes de Kurtz, entre ellos una reina a la que Conrad describe con mucho erotismo y exotismo.


Kurtz muere en el viaje de regreso río arriba, pero no antes de revelarle a Marlow la aterradora visión de la maldad humana a la que había estado expuesto. Cumple así los peores temores de lo que las personas son capaces de hacer en condiciones extremas.
Marlow casi muere también, pero consigue regresar a Londres donde desprecia las pequeñas tribulaciones de la civilización occidental que parecen ocupar a todos los que lo rodean. La historia finaliza un año después de ese retorno cuando uno de los camaradas de Marlow ve una masa de nubes inquietantes reunidas en el horizonte, lo que le parece representar «el corazón de una inmensa oscuridad» (The heart of a inmense darkness).
Análisis
En un nivel superficial, “El corazón de las tinieblas” puede entenderse a través de su relación semiautobiográfica con la vida real de Joseph Conrad. Al igual que su protagonista Marlow, la carrera de aquél como marino mercante también lo llevó río arriba por el Congo. Y también al igual que Marlow, Conrad se vio profundamente afectado por la depravación humana que presenció en su viaje en barco por el colonialismo europeo en África.


Pero es demasiado estrecho reducir la novela a los puntos en común que comparte con las propias experiencias del autor. Por eso es útil examinar sus elementos cruciales para el surgimiento del modernismo: por ejemplo, el uso de múltiples narradores por parte; su ocultamiento de una narrativa dentro de otra; el desarrollo cronológico de la historia; y como quedaría cada vez más claro a medida que avanzaba el siglo XX, su desconfianza casi posestructuralista en la estabilidad del lenguaje.
Controversia sobre “El corazón de las tinieblas”
Al mismo tiempo, su historia rinde homenaje a los cuentos Victorianos en los que creció (segunda mitad del siglo XIX), evidente en el heroísmo popular tan central en la narrativa de su historia. En ese sentido, “El corazón de las tinieblas” se extiende a ambos lados del límite entre una sensibilidad victoriana menguante y una modernista creciente.
Modernismo
“El corazón…” es la primera novela moderna del siglo XX, y uno de los elementos característicos más rotundos del trabajo de Conrad radica en el tipo de tratamiento posestructuralista temprano del lenguaje: su insistencia en la incapacidad inherente de las palabras para expresar lo real, en toda su horrible verdad. El viaje de Marlow está lleno de encuentros con cosas que son «indecibles», con palabras que no se pueden interpretar y con un mundo que es eminentemente «inescrutable». De esta manera, el lenguaje falla una y otra vez en hacer lo que debe hacer: comunicar.
“El corazón de las tinieblas”, análisis y reseña
Kurtz, tan «elocuente» como puede ser, ni siquiera puede comunicar adecuadamente la oscuridad aterradora que observó a su alrededor. «¡El horror! ¡El horror!» es todo lo que puede decir. Algunos críticos han conjeturado que parte del atractivo masivo de “El corazón de las tinieblas” proviene de esta ambigüedad del lenguaje, de la libertad que da a los lectores para interpretar.


Otros postulan esto como una gran debilidad del texto, viendo la incapacidad de Conrad para nombrar las cosas como una cualidad indecorosa, en un escritor que se supone que es uno de los grandes. Quizás esto sea en sí mismo un testimonio de la amplitud de interpretabilidad del libro.
El colonialismo europeo
El interior de África fue explorado relativamente tarde por los europeos en la época del colonialismo (siglo XIX). El tamaño gigantesco del continente, su impenetrabilidad, sobre todo en los trópicos, y el clima, fueron obstáculos durante mucho tiempo.


Henry Morton Stanley, el periodista estadounidense investigador de África en el siglo XIX, desempeñó un papel destacado en todo el territorio pero especialmente en el Congo. Exploró la cuenca del río, una región rica en recursos, marfil y caucho, y se la ofreció primero a los ingleses y luego a los belgas. Así, Bélgica se unió relativamente tarde (a partir de aproximadamente 1800) al círculo de las potencias coloniales europeas. El rey Leopoldo II logró tener esta propiedad africana (más de 75 veces el tamaño de su país) bajo su control directo, con el único propósito de su enriquecimiento personal.
A partir de entonces, el Congo fue brutalmente explotado por los belgas con los métodos más duros de esclavitud. Al mismo tiempo, en Europa realizaron una propaganda hipócrita de civilización y misión evangelizadora. En la novela de Conrad se refleja esta maniobra, sobre todo en los comentarios de la tía de Marlow y la prometida de Kurtz.


atrocidades del colonialismo europeo en el siglo XIX
Cuando las noticias de las atrocidades perpetuadas en el Congo llegaron a Europa, la opinión pública empezó a cambiar. Edmund Dene Morel, un famoso periodista británico, contribuyó significativamente a esta aclaración al lanzar una de las primeras campañas en favor de los derechos humanos en la historia y con quien Joseph Conrad mantuvo una relación epistolar. Según Morel, entre 1885 y 1908 el Congo perdió aproximadamente el 40 % de su población, y la única causa de esa deplorable situación era la actividad delictiva del monarca belga.
Influencia de la obra
Las novelas de Joseph Conrad (“Lord Jim” –adaptada al cine- entre varias más) son consideradas obras maestras de la literatura inglesa, a pesar de que el autor aprendió el idioma en su adultez. Muchos de sus colegas escritores lo apreciaron enormemente, incluso los de la siguiente generación: Virginia Woolf, T.S. Elliot y George Orwell; André Gide, Paul Valéry, Albert Camus y Thomas Mann.


Conrad inspiró a estos autores, por una parte, porque superó las formas narrativas tradicionales y se concentró rigurosamente en la descripción de los estados de conciencia, un estilo narrativo muy moderno. Por otra parte, porque sus obras maestras abordan cuestiones fundamentales de la existencia humana: cómo se comportan las personas en situaciones extremas, cómo se vuelven culpables o se acreditan moralmente. Los hitos fundamentales de la literatura de alto nivel, sobre todo después de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), siguieron este modelo.
Otra obra maestra
“El corazón de las tinieblas” obtuvo una potente actualización en otro medio a través de la película “Apocalypse now” (Apocalipsis ahora-1979) dirigida por Francis Ford Coppola (también realizador de la saga “El padrino”). El filme, al que el libro le sirvió de base, se desarrolla en Camboya, devastada por la Guerra de Vietnam, donde un coronel de élite renegado, de nacionalidad estadounidense, llamado Kurtz (interpretado por Marlon Brando), ha instaurado un régimen de terror en medio de la selva, alejado pero no tanto de la terrible guerra que se desarrolló en Oriente entre 1955 y 1975 en el marco de la “guerra fría” entre los EE.UU. y la entonces Unión Soviética.


“Apocalypse Now” es un viaje iniciático, una travesía a lo más profundo de la conciencia, como ya lo proponía Joseph Conrad en su novela “El corazón de las tinieblas”, que –como quedó antes dicho- sirvió de inspiración al filme. El golpe de genialidad de Coppola y su guionista John Milius, que vieron en el Africa colonial que describía Conrad una traducción posible de la experiencia militar estadounidense en Vietnam en los ‘60, sigue siendo hoy un modelo de trasposición literaria al cine, indispensable para cualquier análisis que pretenda hacerse de la simbiosis entre uno y otro lenguaje.


La narración en off del capitán Willard (Martin Sheen), escrita por Michael Herr, funciona de manera equivalente a su itinerario exterior: Willard remonta el río de sus pensamientos de la misma manera en que, a bordo de una lancha militar, sigue el curso de agua del río Nung que lo va a depositar en la inaccesible frontera con Camboya, allí donde el general Kurtz (Marlon Brando), completamente desprendido de la cadena de mando, ha decidido cortar lazos con el mundo y crear su propio jardín de los suplicios.
Ese santuario es el final del río, “el corazón de las tinieblas” del que hablaba Conrad.
Un rodaje infernal
Luego del éxito abrumador del filme “El Padrino”, Francis Ford Coppola emprendió el que sería su proyecto más complicado. Hoy es un clásico del cine bélico, pero casi lo llevó al suicidio y la muerte. La épica y el infierno detrás de cámaras fueron sólo comparables a los de la historia que contaba frente a ellas.


“Mi película no es una película. Mi película no es sobre Vietnam. Es Vietnam. Así es como fue en realidad: una locura. Y nuestra forma de hacerlo se parece mucho al comportamiento que tuvimos (los EE.UU.) en Vietnam”, dijo Coppola cuando recibió el premio la Palma de Oro en el Festival Internacional de Cine de Cannes, Francia, en 1979, uno de los varios galardones que obtuvo por esta verdadera obra maestra.
“Como en Vietnam –agregó el cineasta- estábamos en la jungla, éramos demasiados, tuvimos demasiado dinero, demasiado equipo y, poco a poco, nos volvimos locos”, afirmó frente al público.
El exigente rodaje, que repetía las condiciones de los soldados en Vietnam, aunque estuvieran grabando en Filipinas -gobernada por el corrupto dictador Ferdinand Marcos, con el que tuvieron también una dura negociación-, no le daba tregua. El actor Martin Sheen, protagonista y narrador, probablemente agobiado por su propio proceso de desintoxicación de alcoholismo y el desafío emocional que significaron muchas de las escenas, sufrió un ataque al corazón que casi le cuesta la vida. Aunque luego se recuperó milagrosamente, llegó a recibir la extremaunción.


Otro de los actores, Dennis Hopper, vivía en su propio mundo alucinógeno, cercano a la demencia, pidiendo cocaína a la producción. Marlon Brando llegó con 40 kilos de sobrepeso, después de haber cobrado 1 millón de dólares por adelantado, y sin siquiera haber leído la novela de Joseph Conrad o el guión del filme. Coppola, por el contrario, bajó casi 35 kilos por el estrés.
Los helicópteros eran prestados por el gobierno filipino, pero le eran retirados sorpresivamente en momentos inesperados, pues se intentaba controlar revueltas y guerrillas en otras zonas del país. Rápidamente, los vehículos aéreos pasaban de actores secundarios de Coppola a protagonistas de sus propias batallas.
Por si fuera poco, un terrible tifón azotó las islas y gran parte de los escenarios y los decorados para la grabación quedaron inutilizables. La producción se retrasó varias semanas.


El detrás de cámaras podía compararse con las imágenes de la propia película: conejitas de Playboy haciendo un show en plena selva ante la euforia de los soldados; un teniente que confiesa amar el olor del Napalm por las mañanas; soldados surfeando en una playa en pleno bombardeo; una brigada acribillando un bote sin saber que escondían un cachorro canino, y no una bomba; elenco, staff, todos, siendo parte de los rituales salvajes de tribus ancestrales; helicópteros incendiando y atacando poblados al ritmo de “La cabalgata de las Walkirias” de Richard Wagner; soldados ebrios, volados, con ácido o marihuana, deambulando por la jungla; cuerpos humanos colgados al borde de un río, anunciando el final.
Una locura, una verdadera locura planeada en un presupuesto de 20 millones de dólares, que costó más de 30 y obligó a Coppola a hipotecar su casa y declararse en bancarrota, pero que no solamente arrasó con todos los premios de 1979 sino que recaudó 130 millones de la moneda estadounidense.
Y como fondo sonaba “The end” (El fin), interpretado por The Doors…
El autor
Joseph Conrad nació como Józef Teodor Konrad Korzeniowski el 3 de diciembre de 1857, en la ciudad polaca de Berdyczow. En esa época, Polonia no era un Estado independiente, sino que estaba dividida entre Rusia, Austria y Prusia. Su padre, que pertenecía a la nobleza, se involucró en la lucha contra el dominio ruso, por lo que la familia fue desterrada a Rusia. La madre murió por las consecuencias del exilio en su salud.


Al morir también su padre en 1869, Joseph quedó bajo la custodia de su tío. Este se horrorizó cuando el joven le comunicó su deseo de navegar. Hizo todo lo que pudo para disuadirlo, pero finalmente tuvo que ceder. En 1874 el futuro escritor entró al servicio de la marina mercante francesa. Pronto se involucró en el contrabando y perdió todo su dinero. Sumamente endeudado, intentó suicidarse. Después decidió unirse a la marina mercante inglesa y seguir la carrera de oficial.
En 1886 recibió su grado de capitán y la ciudadanía británica. En 1889 comenzó su primera novela, “La locura de Almayer” (Almayer’s Folly), en inglés, su tercera lengua. Un viaje al Congo en 1889 le dejó una experiencia traumática debido al trato cruel que los blancos daban a los lugareños, lo que lo escandalizó. Además, su salud se vio tan gravemente afectada que tuvo que regresar a Inglaterra antes de lo planeado.
Al no encontrar trabajo debido a la persistencia de sus problemas psíquicos y de salud, terminó esa primera novela y la publicó bajo el nombre de Joseph Conrad, el cual conservó a partir de entonces. La obra fue bien recibida por la crítica, así que decidió instalarse en el condado de Kent, Gran Bretaña, y vivir como escritor. Muchos de sus textos retoman sus experiencias como marinero. Ha sido considerado como uno de los novelistas más poderosos, perspicaces e inquietantes del canon inglés de todos los tiempos, a pesar de que llegó a ese idioma tarde en su vida, lo que le permitió combinarlo con las sensibilidades de las literaturas francesa, rusa y polaca.
Józef Teodor Konrad Korzeniowski murió de insuficiencia cardiaca el 3 de agosto de 1924. Tenía 66 años.
Fuentes: biografíasyvidas.com; lecturalia.com; epldp.com; javiermarias.com; caravanmagazine.in; trabalibros.com; literatura.us
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