Es un tiempo para compartir, estar en familia, en compañía de los seres queridos. Se aviva en nuestros corazones la paz y la alegría. Se renuevan ilusiones y esperanzas. Es una época donde la magia de la Navidad comienza en nuestros corazones y se extiende a todos los rincones.
La época navideña, con su significado y belleza especiales, a menudo provoca lágrimas, inspira un nuevo compromiso con Dios y proporciona —tomando prestadas las palabras “El Calvario”— donde se lee “descanso para el fatigado y paz para el alma”.
No obstante, es fácil vernos envueltos en la presión de la época y quizá perdamos el mismo Espíritu que intentamos obtener. En esta época del año es muy común que muchos se excedan. Las causas podrían ser demasiadas actividades navideñas a las que asistir, mucha comida, muchos gastos económicos, expectativas muy altas y muchísima tensión. A menudo, por nuestros esfuerzos en la época navideña, nos sentimos estresados, sin energías y agotados durante una época en que deberíamos sentir el gozo sencillo de conmemorar el nacimiento de nuestro Salvador.
El verdadero gozo de la Navidad no viene con las corridas ni la prisa para lograr hacer más cosas, ni se halla al comprar regalos. Hallamos verdadero gozo cuando ponemos al Salvador en el centro de esta época. Podemos tenerlo en nuestros pensamientos y en nuestra vida al realizar la obra que Él desearía que hiciéramos aquí en la tierra. En esta época en particular, sigamos Su ejemplo al amar y servir a nuestro prójimo.
Parte de nuestra sociedad ansía desesperadamente una expresión de amor; son aquéllos que envejecen, especialmente cuando sufren de punzadas de soledad. El viento helado de las esperanzas que mueren y los sueños que se desvanecen silba a través de las filas de ancianos y de los que se acercan al declive de la cima de la vida.
Aún recuerdo que hace algunos años atrás escribí: “Lo que ellos necesitan en la soledad de los años de la vejez es, en parte, lo que necesitamos en los años inciertos de la juventud: el sentimiento de pertenencia, la seguridad del sabernos queridos y la bondadosa atención de corazones y manos cariñosos, no simplemente la formalidad del deber, ni la escueta habitación en un edificio, sino un lugar en el corazón y la vida de alguien.
No podemos devolverles el amanecer de los años de la juventud, pero podemos ayudarlos a vivir en el tibio resplandor del atardecer en forma más hermosa con nuestra consideración, nuestro cuidado y nuestro amor sincero y activo”
En esta época de Navidad que nos rodea con toda su gloria, busquemos, como los reyes magos, una estrella brillante y especial que nos guíe a nuestra oportunidad navideña de servir a nuestro prójimo. Hagamos todos, el viaje a Belén en espíritu y llevemos con nosotros un corazón sensible y bondadoso como regalo para el Salvador. Y que todos tengamos una Navidad llena de gozo.
Finalmente, cuando se sientan solos, indecisos, avergonzados, enojados o asustados, como cada uno de nosotros nos podemos sentir en ocasiones, por favor recuerden a nuestro Salvador. Él siempre está aquí con nosotros, invitándonos gentil, poderosa y amorosamente a no tener miedo, solo a creer. Es a Él — Su amor, Su misericordia y Su gracia — a quien debemos celebrar esta temporada navideña. –
FELIZ NAVIDAD
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