Samuel Beckett, sombrío, minimalista, absurdo y genial

Este enorme poeta, narrador, ensayista y dramaturgo irlandés, se destacó en todos esos géneros, y ha pasado a la historia literaria como uno de los máximos referentes del teatro del absurdo. El notable esfuerzo en su dilatada trayectoria -distinguida por la originalidad y profundidad de sus textos- lo hizo merecedor del Premio Nobel de Literatura en 1969. Se caracterizó por plasmar de una manera cruda, oscura y concisa la realidad del hombre, haciendo especial hincapié en la sinrazón de su existencia. De allí que muchos críticos lo enmarcaran dentro del nihilismo. Si bien sus textos eran cortos, el autor lograba dar una profundidad enorme mediante el uso de los diversos recursos literarios, donde resaltaban, por encima de todo, las imágenes. Uno de sus aportes más significativo a la literatura fue romper con muchos de los preceptos establecidos hasta su llegada.

El comienzo

Samuel Barclay Beckett nació en Foxrock, Dublin, Irlanda del Norte, el 13 de abril de 1906, y fue el segundo hijo del matrimonio protestante de William Beckett y May Roe -un constructor y una enfermera, respectivamente- de clase media económicamente acomodada. De su madre, el autor recordó siempre la entrega a su profesión y su marcada devoción religiosa.

De su infancia, Beckett atesoró pocas vivencias placenteras. Y es que, a la inversa de su hermano Frank, él era muy delgado y solía enfermarse continuamente. Con respecto a esa época, una vez dijo: “Yo tenía escaso talento para la felicidad”.

The Portora Royal School: Beckett y Wilde pasaron por sus aulas

Mientras estaba en la educación inicial tuvo un breve acercamiento con la formación musical. Su instrucción primaria se llevó a cabo en el instituto Earlsford House School hasta los 13 años de edad; posteriormente fue inscripto en la Portora Royal School (Escuela Real Portora, fundada en 1618). En este sitio coincidió con Frank, su hermano mayor; hasta la actualidad este colegio goza de mucho prestigio, pues en sus aulas también asistió a clases otro famoso escritor irlandés: Oscar Wilde.

El joven universitario Samuel Barclay Beckett, en Dublin

La siguiente etapa en su formación transcurrió en el Trinity College de Dublin, la Universidad más antigua de Irlanda, fundada en 1592 por la reina Isabel I. Allí afloraron sus múltiples facetas: la pasión por los idiomas fue una de ellas; se formó en inglés, francés e italiano. Lo hizo específicamente entre el 1923 y 1927, y luego se graduó en Filología Moderna.

Dos de sus tutores de lenguaje fueron célebres académicos irlandeses, Arthur Aston Luce y Thomas B. Rudmose-Brown; este último le abrió las puertas de la literatura francesa y además le hizo conocer la obra de Dante Alighieri. Ambos docentes manifestaron su asombro por la excelencia de Beckett en clase, tanto en lo teórico como en lo práctico.

En este campus de estudios también se hicieron notar sus habilidades deportivas, ya que se destacó en ajedrez, rugby, tenis y –muchísimo más- en el cricket. Su desempeño en el deporte del bate y la pelota fue tal que su nombre aparece en el Wisden Cricketers’ Almanack (Almanaque Wisden de Jugadores de Cricket), la publicación anual deportiva más antigua de la historia.

Además de lo antes mencionado, al futuro escritor tampoco le fueron ajenas las artes y la cultura en general: en los trabajos de James Knowlson -uno de sus biógrafos más conocidos- se expone de manera contundente la polimatía, la erudición de Samuel Beckett. Y es que su multidisciplinariedad era notoria, sobre todo por la manera tan excelsa en la que se manejaba en cada oficio que ejercía.

Luigi Pirandello (izq.) y James Joyce

En el Trinity College de Dublín ocurrió algo que fue determinante en su vida: el descubrimiento de las obras teatrales del escritor italiano Luigi Pirandello. Este autor resultó una pieza clave en el posterior desarrollo de Samuel como dramaturgo.

Más adelante, Beckett tuvo su primer contacto con James Joyce. El hecho aconteció durante una de las tantas reuniones bohemias de la ciudad, gracias a la intercesión de Thomas MacGreevy -amigo de Beckett- quien los presentó. La química entre ellos fue inmediata, y resultó normal aquello, pues ambos eran amantes de la obra de Alighieri y filólogos apasionados.

Samuel Beckett, el teatro del absurdo

El encuentro con Joyce fue clave para la obra y la vida de Samuel Beckett, quien llegó a ser asistente del autor del Ulises, y una persona cercana a su familia. A raíz del nexo, Samuel tuvo, incluso, cierto tipo de relación con Lucia Joyce -hija de James-, pero no finalizó muy bien ya que, entre otros detalles, ella terminó sufriendo de esquizofrenia paranoide.

Lucía Joyce

Inmediatamente, producto de aquel desencuentro amoroso, se produjo un alejamiento entre ambos autores; sin embargo, al cabo de un año se reconciliaron. De esta amistad, fue notoria la apreciación mutua y los halagos que Joyce llegó a hacer con respecto al desempeño intelectual de Beckett.

Dante… Bruno… Vico… Joyce fue el primer texto publicado de manera formal por el novel autor dublinés. Se publicó en 1929 y es un ensayo crítico del autor que pasaría a formar parte del libro Our Exagmination Round His Factification for Incamination of Work in Progress (Nuestro examen en torno a su encarnación del trabajo en curso) -un texto en torno al estudio de Finnegans Wake (Puede traducirse como “El velorio o el despertar de Finnegan”), la obra de James Joyce. En dicho título escribieron también otros destacados autores, entre ellos Thomas MacGreevy y William Carlos Williams.

A mediados de ese mismo año, se conoció el primer relato breve de Beckett: Assumption (Asunción). La revista TRANSITION fue la plataforma que acogió el texto. Este espacio literario vanguardista fue determinante en el desarrollo y la consolidación de la obra del escritor irlandés.

Es posible descubrir en esta narración el germen de algunos de los ejes que vertebraron su producción posterior -la relación del artista con la obra, la materialidad de la escritura, la imposibilidad de trascendencia- y la ironía subyacente que libera sus textos de toda solemnidad.

En 1930 publicó el poema Whoroscope (contracción de Whore, Prostituta, y Horóscopo), que le valió un premio local (10 libras) y cuyo tema es el tiempo; su personaje principal es un Descartes viejo y ya enfermo en la corte de la reina Cristina de Suecia. Al año siguiente retornó al Trinity College, pero ahora como profesor. La experiencia docente duró poco, pues renunció al final del ciclo anual y se dedicó a recorrer Europa.

Como resultado de ese quiebre escribió el poema Gnome (Gnomo), el cual se publicó formalmente tres años después en la The Dublin Magazine (La Revista de Dublin):

(Fragmento) Pasa tus años de aprendiz derrochando
Valor por tantos años de ir vagando
A través de un mundo que con cortesía
De la torpeza de aprender se libra

En 1932 dio a conocer su primera novela, Sueño con mujeres que ni fu ni fa (Dream of fair to middling women), escrita en París a los veintiséis años y publicada recién luego de su muerte, más de medio siglo después.

Desarraigado e inadaptado, el joven poeta Belacqua deambula por paisajes y ciudades como París o Dublin en busca de no sabe muy bien qué, pues sólo aspira a habitar lo que él llama su «uterotumba»: su mundo interior, sus pensamientos, su feliz tristeza.

En torno a él, en un desencuentro eterno, pululan amigos como Liebert, el Oso Polar, el Mandarín o Chas, y mujeres que, como Smeraldina-Rima, Syra-Cusa o Alba, esperan del confuso Belacqua lo que éste no les da, aunque no pueda apartarlas de sus ensoñaciones y desvelos. Y mientras revive fugazmente su infancia, se topa con guardias y profesores, y cavila en lo que hará y escribirá, Belacqua, artista adolescente, avanza ebrio, o enfermo, o malhumorado, casi siempre solo, bajo una lluvia dublinesa que empapa hasta los huesos.

La novela, deudora de la prosa de James Joyce, y a la vez un ajuste de cuentas con el maestro irlandés, es deslumbrante y tortuosa, rompe con la narrativa convencional y muestra una exuberancia verbal inusitada y abre caminos a la futura obra de Beckett.

Beckett. Huyendo de tópicos
En 1933 se estremeció la existencia de Samuel Beckett: murió su padre, que había sido sólido sostén económico. El autor no supo manejar bien el incidente y debió ser asistido por un psicólogo, el doctor Wilfred Bion. De ese período también son conocidos algunos de sus ensayos; uno en particular se destaca: Humanistic Quietism (1934), en cuyas líneas hizo un análisis crítico de un poemario de Thomas MacGreevy.

Una controversia suscitada entre Henry Sinclair -tío de Samuel- y el médico y poeta Oliver St. John Gogarty significó un cambio enorme en la vida del autor, pues lo llevó a una especie de autoexilio. El primero difamó al segundo, acusándolo de usurero, y Beckett se prestó como testigo en el juicio. Gran error.

El abogado de Gogarty usó una estrategia muy fuerte en contra del escritor para desprestigiarlo y destruir su alegato. Entre los argumentos que fueron expuestos, se destacaron el ateísmo de Beckett y su libertinaje sexual. Esta acción tuvo un enorme impacto en su vida social y personal, de modo que decidió irse a Francia, casi de manera definitiva.

París y las mujeres

Algo que caracterizó a Beckett cuando llegó a sus treinta años, además de su enorme producción literaria, fue su promiscuidad. Para él, París fue el lugar perfecto para dar rienda suelta a su encanto con las mujeres. Una de las anécdotas más conocidas al respecto se suscitó entre finales de 1937 e inicio de 1938, en plenas fiestas previas y posteriores al fin de año.

«Peggy» Guggenheim y Samuel Beckett en París

De ese período se conoce que Beckett llegó a tener amoríos simultáneos con tres mujeres. De ellas sobresale una en particular, pues, además de amante fue mecenas del autor irlandés: Marguerite «Peggy» Guggenheim, célebre millonaria estadounidense llamada “la madrina del arte del siglo XX”.

“Come & Go” de Samuel Beckett (subtitulada en castellano)
Otra circunstancia casi trágica ocurrida cuando recién había llegado a París -1938- fue un apuñalamiento del que resultó víctima. La herida fue profunda y tocó levemente el corazón de Beckett, quien se salvó milagrosamente. El atacante, un hombre llamado Prudent, proxeneta local quien luego en el juicio -encarado por el escritor- alegó que no supo qué pasó con él en ese instante, y que lo sentía mucho.

Beckett se salvó gracias a la pronta acción de James Joyce. El laureado escritor movió sus influencias y consiguió prontamente una habitación para su amigo en un hospital privado. Allí, Samuel se recuperó paulatinamente.

(De izq. a der.) Samuel Beckett, su hermano Frank y Suzanne Dechevaux-Dumesnil

Suzanne Dechevaux-Dumesnil -reconocida música y deportista- se enteró de lo acontecido, pues, en poco tiempo, el incidente se conoció en casi toda la capital francesa. Ella concretó una aproximación a Beckett que resultaría definitiva, pues nunca más se separaron.
Dos años después, en 1940, Samuel se reunió por última vez -sin saberlo- con el hombre que le salvó la vida, su querido amigo, mentor y maestro James Joyce. El laureado escritor irlandés falleció al poco tiempo, a inicios de 1941.

La Segunda Guerra Mundial

Beckett no fue ajeno a este conflicto bélico. Apenas los alemanes ocuparon Francia en 1940, el escritor se sumó a la Resistencia. Su papel fue básico: llevar la mensajería; no obstante, pese a ser un trabajo simple, no dejaba de ser peligroso. De hecho, mientras ejercía esta labor, confesó haber estado a punto de ser capturado por la Gestapo en múltiples ocasiones.
Tras haber quedado expuesta la unidad a la cual estaba adjunto, el escritor debió escapar prontamente con Suzanne. Fueron al sur, más específicamente a la villa de Roussillon, en el verano de 1942.

En los dos años siguientes, ambos -Beckett y Dechevaux- simularon ser habitantes de la comunidad. Sin embargo, de manera muy sigilosa se dedicaron a ocultar armas para mantener así su colaboración con la Resistencia; además, él ayudó a los guerrilleros en otras actividades.

Beckett, adelante, el tercero de la izq., en la Resistencia

Su valeroso accionar no pasó desapercibido al gobierno francés, por lo que fue condecorado luego del conflicto bélico con la Croix de Guerre (Cruz de Guerra) 1939-1945 y la Médaille de la Résistance (Medalla de la Resistencia). Pese a que de sus 80 compañeros solo quedaron con vida 30, y de haber estado en peligro de muerte en varias oportunidades, Beckett no se consideró merecedor de tales reconocimientos. Él mismo calificó su tarea como “cosas de boy scout”…

Fue en ese periodo -entre 1941 y 1945- cuando Beckett escribió Watt, novela –la última en inglés- que se publicó 8 años después (1953).

Escrita en la campiña de Roussillon, es una novela vanguardista, narrada en tercera persona y cuyo protagonista es un vagabundo irlandés –que da el nombre al libro- que ingresa al servicio doméstico de una mansión. El absurdo y las contradicciones del lenguaje adquieren el rol de leimotiv de la novela, con páginas y páginas dedicadas a la rutina del dueño de casa, su peculiar concepto de la comida, el perro, la familia Flynn y otros elementos que exponen el peculiar sentido del humor de Beckett.

Luego retornó por poco tiempo a Dublin, donde -entre su trabajo con la Cruz Roja y el reencuentro con familiares- escribió otra de sus obras notorias, el drama teatral Krapp’s Last Tape (La última cinta grabada de Krapp) en un solo acto. Varios expertos dicen que se trata de un texto autobiográfico.

Krapp es un hombre envejecido que acostumbra a grabar su diario en un magnetófono. De repente encuentra una cinta, Caja número tres, cinta número cinco, con una grabación antigua donde puede escuchar a un yo más joven narrando historias del pasado.

A Krapp le desagrada su yo pasado, siente que antes era ególatra y descentrado, le resulta particularmente duro escucharlo hablar del encuentro con una mujer en aquellos años. Terminará grabando una nueva cinta narrando la experiencia de haber escuchado a su yo pasado.

Esperando a Godot

Si algo caracterizó a la obra literaria del irlandés en las décadas del ’40 y ‘50 respectivamente, fue su productividad. Publicó un número considerable de textos en distintos géneros -cuentos, novelas, ensayos, obras teatrales.

De esta época se destacan, entre otros, su cuento Suite, la novela Mercier et Camier, y la obra teatral Esperando a Godot (1952).

Esta última pieza llega dos décadas después de su “despertar literario” iniciado en la revista TRANSITION. Esperando a… -uno de los referentes fundamentales del teatro absurdo y que marcó un antes y un después en su carrera-, fue escrita bajo la notable influencia de los avatares de la guerra, la todavía pesada pérdida de su padre y demás desavenencias de la vida misma.

La obra está dividida en dos actos. La trama trata de Vladimir (también llamado Didi) y Estragon (también llamado Gogo), quienes llegan a un lugar junto a un camino, al lado de un árbol, para esperar el arribo de Godot. Ambos parecen ser vagabundos: su ropa es andrajosa y no les queda bien; otra teoría es que podrían ser refugiados o soldados desplazados de un conflicto, como la Segunda Guerra Mundial, que acababa de terminar y que inspiró mucho la dramaturgia de Beckett. Pasan el tiempo conversando y a veces discutiendo.

Estragon se queja de que las botas no le son cómodas, y Vladimir presume de piernas agarrotadas debido a un doloroso problema de vejiga. Hacen vagas alusiones sobre la naturaleza de sus circunstancias, y sobre las razones para encontrarse con Godot (pero nunca se llega a saber quién es Godot o por qué es tan importante). Pronto los interrumpe la llegada de Pozzo, un hombre cruel pero lírico que afirma ser el dueño de la tierra donde se encuentran, junto con su criado Lucky, a quien parece controlar por medio de una larga cuerda. Pozzo se sienta para darse un festín de pollo, y más tarde tira los huesos a los dos vagabundos.

“Monólogo”, obra de teatro escrita en 1979 por Samuel Beckett
para David Warrilow y estrenada en Nueva York en 1980 (subtitulada en castellano)
Beckett tenía casi cincuenta años cuando Esperando a Godot le brindó éxito masivo, sin embargo, su relación con la obra, como con gran parte de sus otros trabajos, era una combinación de «apego» y «repulsión». El autor le escribió a su amante Pamela Mitchell en 1953 después del estreno de la obra: “Fui a Godot anoche por primera vez en mucho tiempo. Bien jugado, pero cómo me disgusta que juegue ahora. Casa llena todas las noches, es una enfermedad»…

Excesos

Al parecer, algunos genios están marcados por excesos y comportamientos que van más allá de las normas establecidas. Beckett no escapó de esto. Fue conocido su alcoholismo y su promiscuidad. De hecho, una de sus relaciones sentimentales más conocidas fue la que mantuvo con Barbara Bray. En ese entonces ella trabajaba para la BBC (British Broadcasting Company) de Londres. Se trataba de una hermosa mujer de letras dedicada a la edición y la traducción.

Barbara Bray, uno de los amores parisinos de Beckett

Pese a la existencia de Suzanne, Beckett y Bray siempre mantuvieron un vínculo amoroso. No obstante, la importancia de Suzanne en la vida de Beckett no dejó de ser notable -el mismo escritor lo declaró en más de una oportunidad-. Incluso, poco después, en 1961, la pareja se casó. Su unión fue casi hasta el último suspiro tres décadas después.

«Todo se lo debo a Suzanne”, puede hallarse escrito en su biografía; esta contundente frase la dijo estando cercana su muerte.

El final

El tiempo restante de la vida de Beckett posterior a su matrimonio transcurrió entre viajes y reconocimientos. De entre toda su extensa obra, tal y como se dijo, Esperando a Godot fue la que representó el grueso de todos sus galardones, incluyendo el Premio Nobel de Literatura en 1969, que le fue otorgado “por su escritura, que, renovando las formas de la novela y el drama, adquiere su grandeza a partir de la indigencia moral del hombre”.

Algo no tan extraño dada la personalidad del autor, fue su reacción tras enterarse de haber ganado semejante galardón: no fue a recibirlo, donó parte del dinero obtenido, se apartó del mundo y no dejó que supiesen nada de él. Digamos que Beckett no armonizaba con ese tipo de convencionalismos.

«Su teatro permanecerá como la expresión última de la desesperación de la generación atómica». Certera definición de la famosa crítica teatral Rosette Lamont.

Beckett y su esposa, Suzanne Dechevaux-Dumesnil, en los últimos años

Luego de 28 años de casados, se cumplió la premisa ante la cual aceptaron unirse en matrimonio: “Hasta que la muerte los separe”. Suzanne Dechevaux-Dumesnil fue la primera en fallecer. El deceso ocurrió el lunes 17 de julio de 1989.​ Samuel Barclay Beckett, por su parte, partió a finales del mismo año, el viernes 22 de diciembre. Tenía 83 años y dejó el legado de una enorme obra vanguardista, polémica y excelsa.

Los restos de la pareja reposan en el Cementerio de Montparnasse de París.


Fuentes: lecturalia.com; actualidadliteratura.com; lavozdegalicia.es; elpais.com; lanacion.com.ar; literatura.fandom.com; bnm.me.gov.ar; zendalibros.com.ar

 

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