«Yo y mi entorno…»

Miríadas de sensaciones en mí y en torno a mí. Sensaciones de todo tipo, con algunas puedo y con otras no. Insoportable trajín en un devenir indefinido.

Lo he probado todo y nada funciona. Espero tanto el día de mi liberación. Todo es demasiado para mí, cualquier cosa… salvo el acto de escribir; más no acudiré al patíbulo sin derrochar mi último suspiro.

¿Cómo honrar la vida delante de esta cruda perspectiva personal? Me atrevo e intento, pero, repetidamente, voy al fracaso, desde siempre. Tal vez no sea tiempo de seguir luchando por luchar.

Pero, a pesar de estar en medio del intenso bombardeo, al descubierto y sin casco, siento que me recupero. Una nube de flechas me traspasa, pero mi cuerpo sigue indemne y mis heridas no sangran.

En el adusto torbellino sigo de pie sin oponer resistencia; los vientos que me atropellan no tienen substancia. Nada es para siempre y me voy acercando a mi cabaña a reunirme con mis afectos, desprovisto de pavor.

Sigo vivo, bondadosamente vivo. Me quiero y me conozco, me conozco y me quiero. Espero en Dios para que reciba mi aliento. Me deslizo entre un bosque de requisitos hacia mi gracioso lugar sin oponer despechadas exigencias.

Me voy volviendo sabio y sonrío. Mi arca alberga la vida que renacerá, sin prisa y sin pausa. Manso y humilde de corazón avanzo. Dándome me libero y no le quito nada a nadie. Compartiendo y ayudando me construyo. Tú que me lees, guárdame un lugarcito en tu tierno corazón…

Por: Alberto Félix Suertegaray

 

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