Juan Filloy, el escritor de tres siglos

Personaje casi indescriptible, es considerado «el escritor secreto» de la literatura argentina, uno de los más importantes del siglo XX. David Viñas, Borges, Cortázar, Marechal, Juan José Saer y Mempo Giardinelli, entre otros, reconocieron su influencia. Recibió muchísimos premios, pero el poco interés en promocionar sus propias obras hizo que fuera desconocido ­-aun lo es- para el gran público, convirtiéndose en un autor de culto dentro del universo literario. También fue juez y camarista, y cultivó el arte de los palíndromos como ninguno, valiéndole el reconocimiento internacional. Su humor cínico lo ubica en la cúspide del género; fue el inventor de la parodia en la literatura latinoamericana del siglo pasado y su obra es un infinito ejercicio de realismo alusivo, de ironía constante.

El comienzo

Juan Filloy nació el 1° de agosto de 1894 en la ciudad de Córdoba. Fue el segundo de los cuatro hijos de Benito, un campesino español de Pontevedra, Galicia, y de Dominique Grange, una analfabeta francesa de Toulouse, que se ganaba la vida como curandera y lavandera.

Cursó la enseñanza secundaria en el prestigioso colegio Nacional de Monserrat de la capital mediterránea.

En 1912 la familia instaló el «Cine, Teatro y Bar Imperial» con una inversión que, aunque distinta, no aumentó la prosperidad del grupo.

Al año siguiente se desempeñó como bibliotecario ad honorem de la biblioteca Popular Vélez Sarsfield (fundada en 1909), ubicada en el mismo barrio General Paz de su infancia y adolescencia; posteriormente ocupó el cargo de secretario de la entidad.

«Decir la verdad lo puede hacer cualquier idiota. Para mentir hace falta imaginación»

Aunque nunca jugó al fútbol, fue socio fundador de Talleres, uno de los tradicionales clubes cordobeses, del que llegó a ser secretario y presidente de la delegación que viajó a Chile en 1923. En 1918 tuvo participación activa en la Reforma Universitaria, casi al mismo tiempo que trabajaba como dibujante caricaturista. Fue miembro de la Federación Argentina de Boxeo y dirigió combates del legendario Luis Ángel Firpo.

El doctor Juan Filloy en su madurez

En 1920, recién graduado como abogado en la Universidad Nacional de Córdoba, se trasladó a Río Cuarto, ciudad en la que residiría durante sesenta y cuatro años. Allí fue uno de los fundadores del Museo de Bellas Artes y del Golf Club, deporte que nunca practicó. Durante su estadía fue colaborador del diario «El Pueblo», en el que escribía una columna diaria con comentarios de actualidad, crítica literaria o teatral.

Una obra original

Publicó «Periplo», su primer trabajo en 1930; son crónicas de un viaje de dos meses en los que recorrió toda la costa del Mediterráneo (España, Marruecos, Argelia, Túnez, Egipto, Siria, El Líbano y Jerusalén).

Durante los nueve años siguientes publicó otros seis libros, incluyendo tres obras, la primera de ellas «¡Estafen!», de temática judicial y carcelaria, y a la vez una típica novela de personaje. Un estafador es atrapado. La detención, la toma de declaraciones y sus diálogos con el juez dan lugar a una aguda crítica de la Justicia. Los entretelones de la vida carcelaria y su atípica y seductora conducta durante el proceso, así como la lógica de su pensamiento, hacen del estafador un personaje entrañable. El final de la novela es narrativamente ejemplar.

La segunda fue «Op Oloop», ambientada en Buenos Aires en los años 30. El estadígrafo finlandés llamado Optimus Oloop lleva una vida metódica y disciplinada entre restaurantes muy caros, baños turcos y un círculo de estrafalarios amigos. Pero un 22 de abril todo cambia: un mínimo retraso en su jornada hace que, a pesar de su maniática puntualidad, llegue unos minutos tarde a la fiesta de su compromiso. Esto desencadena una turbulenta carrera contra el tiempo y el destino. La novela describe de forma meticulosa el transcurso de este día, en el que el protagonista vive una serie de hilarantes y disparatadas situaciones hasta llegar al banquete de despedida de soltero, donde se celebra la visita número 1000 de Optimus a los burdeles.

En 1937, la tercera de las obras de este período fue «Caterva», en la que narra las peripecias de siete linyeras, también en los años 30, que discuten sobre la vida y la ética, la política y la rebelión, la estética y el amor, con una profundidad y erudición deslumbrantes. Los siete personajes se desplazan en trenes cargueros avanzando hacia la ciudad de Córdoba, y la novela tiene además un contexto conspirativo que la relaciona con «Los siete locos» de Roberto Arlt. Son claramente reconocibles la policía brava del gobierno de Agustín P. Justo (en la llamada «década infame»); el «orden» conservador (violento) y el accionar del «terrorismo» de la época (anarquismo). Los críticos la consideran una de sus dos obras maestras, junto con «Op Oloop».

Luego publicó un poemario, «Balumba», especie de geografía poética de la Argentina, que es una confrontación audaz con ciertas temáticas o materias prohibidas como las prostitutas y los burdeles, muy vanguardista y polémico para la época.

Finalmente llegaron «Aquende», un texto muy particular ya que no se trata de una novela ni tampoco un ensayo; predomina la prosa poética y hay poemas incluidos. La descripción de paisajes se intercala con la narración histórico/alegórica; y también apareció otro volumen de prosas poéticas, «Finesse», todos en ediciones de autor de poco alcance.

Juan Filloy caracturizado por él mismo

Luego de estas obras, dejó de publicar durante casi tres décadas, durante las cuales se desempeñó como juez, si bien nunca dejó de escribir. En reportajes posteriores, explicó este silencio editorial -siempre fiel a su estilo- por incompatibilidades con sus funciones jurídicas: «hay un artículo en el Código Penal en el que la publicación de pornografía es punida. Como juez he hecho todo lo posible para que los libros que tuvieran coprolalia (expresión involuntaria de palabras obscenas o socialmente inapropiadas o comentarios despectivos) no estuvieran al alcance de la prensa. Por eso se hicieron ediciones privadas, que eran dedicadas personalmente, de modo estricto, a mis amigos. Yo no podía cometer la tontería de caer en las sanciones del artículo 218 que a mí, como juez, me correspondía aplicar». Un filloy auténtico…

Homenaje del Correo Argentino al gran escritor cordobés

El amor

En 1933 comenzó a cartearse con Paulina Warshawsky, una docente enterriana hija de ingleses que conocía a un amigo del escritor. Finalmente, en 1935 se conocieron personalmente en Buenos Aires. En palabras del mismo Filloy, «nos conocimos la tarde de un viernes, nos pusimos de novios el sábado, nos comprometimos el domingo y nos casamos el lunes». Permanecieron juntos durante casi cincuenta años, hasta la muerte de Paulina en 1984, y tuvieron dos hijos, Fernán y Monique.

Monique Filloy, guardiana de la inmensa obra de su padre

Redescubrimiento

Entre 1967 y 1973, la editorial Paidós reeditó sus novelas «¡Estafen!» y «Op Oloop», a las que se agregó una editada por primera vez, «La potra», en una colección dirigida por Bernardo Verbitsky, hecho que generó un redescubrimiento de su obra. Otra de sus novelas, «Vil & Vil» (1975), fue prohibida por el gobierno militar de la última dictadura argentina y el autor interrogado durante varias horas, al cabo de las cuales lo liberaron porque «solo habló de literatura».

Irónica e implacable, brillante, esta obra es una disección desopilante de la ideología del autoritarismo a través de las observaciones de un soldado conscripto (vil) que seduce a la esposa de un General golpista (vil). Es un fuerte alegato social, tomando datos y ejemplos de la realidad; una novela compleja, rara por su estructura, que tiene tres niveles: uno militar, de conversación lacónica, de estilo seco, espartano. Otro, el de la recapacitación (análisis) que hace el asistente (conscripto) al escribir su diario; y finalmente el que atañe a la vida pública del General, su relación con la familia y la de ésta con el conscripto.

«Mi plan es vivir eternamente. Hasta ahora lo estoy cumpliendo perfectamente»

Después de la muerte de su esposa en 1984, volvió a residir en la ciudad de Córdoba, donde continuó escribiendo a pesar de su avanzada edad. Allí publicó «Karcino», un tratado de palíndromos o frases que se leen igual de izquierda a derecha y viceversa, y «Esto fui», memorias de infancia.

«Karcino», el tratado sobre palindromía, contiene ensayos que explican el método con el que se construyen frases capicúa, tales como “Se es o no se es”, o “voto lo mejor, no se sonroje, Molotov”.

“Frases palíndromas, Karcinogramas, Versos sotádicos, Versos karcínicos, Frases hysteroprote­ron, Frases retrofonidem, Frases Sí bis in idem…, Frases anacíclicas, Frases bifrontes, Frases capicúa, Frases de ida y vuelta, Frases de vaivén, Frases filloyanas, Frases jánicas, Frases reversibles, Frases retroversales, Frases simétricas. Qué es la palindromía sino la resurrección de la misma frase de su tumba de letras?”, decía Filloy.

«Un experto es alguien que te explica algo sencillo de forma confusa de tal manera que te hace pensar que la confusión sea culpa tuya»

A lo largo de este volumen se presenta un extraordinario acopio informativo en torno a esta rareza le­xicográfica. Frases compiladas en diversos idiomas roman­ces, aportaciones de lingüistas y referencias concretas acer­ca de este quehacer lúdico orientarán a cuantos se interesen en él. Y, en particular, siguiendo el consejo del poeta brasileño Carlos Drummond de Andrade, “también guiarán a quienes se acerquen y contemplen las pa­labras, pues cada una tiene mil fases secretas sobre su neu­tra faz; y cada una, sin interés por la respuesta pobre o te­rrible que le des, sólo preguntará: trajiste la llave?…”

Giardinelli en el estreno de «Don Juan»

Por esta época también apareció «Don Juan», una documental sobre textos suyos a cargo de su colega y admirador Mempo Giardinelli, amigo y difusor de la obra de Filloy, quien también lo entrevistó para su revista «Puro cuento» en 1987.

Filloy y Giardinelli durante la filmación del documental de 65 minutos

Palíndromos, otras curiosidades y elogios

La originalidad de la obra de Filloy, y su brillante narrativa, permiten encontrar en sus volúmenes más de 8.000 palíndromos (el mayor realizador de estas exquisiteces del lenguaje en castellano después del polifacético músico español Víctor Carbajo), y los megasonetos, que consisten en 14 series de 14 sonetos, de los que publicó 896. Otro detalle: todos los títulos de sus obras tienen siete letras, y comienzan con todas las letras del alfabeto, desde la A hasta la Z.

«Yo prefiero las ciudades chicas. Uno vive consigo mismo»

Algunos de sus palíndromos son los siguientes: Acaso hubo búhos acá; Allí va Ramón y no maravilla; Amad a la dama; A Mercedes ese de crema; Amargor pleno con el programa; Amigo, no gima; Amó la paloma; Amo la pacífica paloma; Amor a Roma; Ana lava lana; Ana lleva al oso la avellana; Anás usó tu auto, Susana; Anita lava la tina; Anita patina; Así le ama Elisa; Así mal oirá Sor Rosario la misa; Así Ramona va, no Marisa; A sor Paloma Fidel le difamó la prosa; Atale, demoníaco Caín, o me delata; Atar a la rata; Echele leche; Edipo lo pide; Ella te dará detalle; Eso lo dirá mi marido, lo sé; Eva usaba rimel y le miraba suave; Isaac no ronca así; y otros ocho mil y tantos…

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Un cuento, El Crack, del libro «Gentuza»

Juan Filloy fue una importante fuente de inspiración para otros escritores, como Julio Cortázar, quien se refiere a su obra en «Rayuela» y en «La vuelta al día en ochenta mundos», y lo consideraba uno de «los mejores escritores de habla hispana». Por su parte, el escritor y crítico mexicano Alfonso Reyes sostuvo que era «el progenitor de una nueva literatura americana».

Además, se sabe que festejó sus 103 años brindando con una botella de vino, que se carteaba con Sigmund Freud y algunas otras minucias de una aventura humana y literaria poco común.

Honores

Multipremiado, fue prácticamente el inventor de la parodia en la literatura latinoamericana del siglo XX. Su obra es un infinito ejercicio de realismo alusivo, de ironía constante y variadísima, ya que desarrolló un vasto edificio literario -más de 60 libros, algunos aun inéditos- en todos los géneros: novela, cuento, artículo, ensayo, traducción, poesía, teatro, relato, nouvelle e historia.

Reconocimientos a la obra del gran autor argentino, un «hombre de tres siglos»

Los premios, cargos, condecoraciones y distinciones que ha obtenido a lo largo de su extensa vida son abrumadores: Presidente Segundo del Congreso Nacional de la SADE (Sociedad Argentina de Escritores), 1939; Gran Premio de Honor de la SADE, 1971; Pluma de Plata del Pen Club (única asociación mundial de escritores, fundado en Londres en 1921), 1978; Miembro Correspondiente de la Academia Argentina de Letras; Diploma al Mérito Quinquenio 1984-1989, Fundación Konex, 1984; Ufficiale al mérito Della República Italiana, 1986; Doctor Honoris Causa por la Universidad Nacional de Río Cuarto, 1989; Chevalier de L’ordre des Arts et des Lettres, Francia, 1990; Premio Esteban Echeverría, Gente de Letras, 1991; Premio Trayectoria, Fondo Nacional de las Artes, 1993; Pluma de Oro otorgada del Pen Club, 1994; Pluma de Honor del Pen Club, 1995; Personalidad Emérita de la Cultura Nacional, 1996; Gran Premio de Honor, Fundación Argentina de Poesía, 1996; y Mayor Notable, Congreso de la Nación Argentina, 1997.

El final

Cumpliendo su permanente deseo de ser «un hombre de tres siglos», falleció mientras dormía la siesta en su departamento el 15 de julio de 2000, a pocos días de cumplir 106 años. Una de las sedes de la Biblioteca Nacional fuera de Buenos Aires, en Córdoba, lleva su nombre. Ahora, entonces, a disfrutarlo…

 

Fuentes: Biblioteca Central Juan Filloy, Universidad Nacional de Río Cuarto; casadel libro.com; todostuslibros.com; vallejoandcompany.com; eduvim.com.ar; entrelineas/cadena3.com.ar; elcuencodeplata.com.ar; eljineteinsomne2blogspot.com; Sociedad Argentina de Escritores (SADE).

 

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