Durante las primeras horas de la mañana del 25 de mayo, en la casa de Miguel de Azcuénaga, estaban reunidos varios de los promotores del movimiento revolucionario esperando el momento de obrar si llegaba el caso.
Entre éstos, estaba French y cuando se conoció la noticia de que el Cabildo no accedía a las aspiraciones de los patriotas, los que estaban en lo de Azcuénaga se dirigieron a la plaza.
French, al llegar a la plaza al frente de los patriotas que acaudillaba, tuvo que ver que gran parte de la multitud allí reunida ya llevaba la divisa blanca y celeste y entonces fue cuando entró en una tienda de la recova, compró cintas de esos colores y las distribuyó entre los suyos, siendo Beruti el primero de ese grupo que se colocó ese distintivo.
A ciencia cierta, no se puede afirmar con seguridad cuál ha sido el preciso origen de los colores patrios. Todo lo que puede hacerse hasta hoy es dejar establecido que se usaron en varias ocasiones hasta llegar al penacho de los Patricios. De allí, pasaron al rebozo de las damas porteñas y al ojal y sombreros de los patriotas.
Tanto el 25 de Mayo de 1810 como en días anteriores, esos colores fueron divisa de quienes querían un gobierno propio y luego de ese pronunciamiento tuvieron el carácter de distintivo partidario. Después de la revolución, algunos cuerpos del Ejército usaron esos colores como escarapela, al tiempo que otros continuaban llevando el rojo de la monarquía, a pesar de obedecer a las nuevas autoridades.
La escarapela en los documentos oficiales
La parte documentada y a su uso oficial que quedó consagrado el 18 de febrero de 1812 al dar el Triunvirato un decreto en ese sentido.
“En acuerdo de hoy, se ha resuelto que desde esta fecha en adelante, se reconozca y use la Escarapela Nacional de las Provincias Unidas del Río de la Plata, declarándose por tal la de dos colores: blanco y azul celeste; y quedando abolida la roja con que antiguamente se distinguían. Se comunica, a V. S. para los efectos consiguientes a esta resolución”. Dios guarde a V. S: muchos años. Buenos Aires, febrero 18 de 1812. Firman: Feliciano Antonio Chiclana, Manuel de Sarratea, Juan José Paso, Bernardino Rivadavia (Secretario)
Conforme al borrador existente en el Archivo General de la Nación, esta medida se comunicó a los gobiernos de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, Corrientes, Salta, Mendoza, San Juan, San Luis, Jujuy, Catamarca y La Rioja, como también al jefe del Estado Mayor y a los generales Belgrano, Pueyrredón y Artigas.
Con esta resolución, se puso término a lo peligroso que era en las batallas el encuentro cuerpo a cuerpo de soldados portadores de iguales divisas, lo que podía ocasionar confusiones lamentables. Belgrano, notificado de la resolución sobre el uso de la escarapela nacional, prontamente la hizo colocar a sus soldados y lo hizo saber al Triunvirato.
El Día de la Escarapela fue instituido por el Consejo Nacional de Educación en 1935.
Las primeras utilizaciones de distintivos en las Provincias Unidas del Río de la Plata, refieren al uso de cintas de color rojo y blanco. Durante la resistencia a las invasiones inglesas de 1806, el cuerpo de Voluntarios Patriotas de la Unión, integrado por españoles y criollos utilizaba los colores blanco y rojo en su uniforme.